La masacre del 13N será algo que difícilmente se podrá olvidar. El número de víctimas fue inferior al del 11M, pero la forma de ejecutar el atentado es, si cabe, mucho más horrorosa. Y están aquí, junto a nosotros, donde menos nos lo esperamos. No deberíamos cometer el error de pensar que están viniendo de Siria junto a la oleada de refugiados que precisamente huye de ellos. Tampoco podemos de vivir con miedo, porque habríamos cedido a su mezquino chantaje.
Muchas voces se alzan estos días, todos nos hemos convertido en expertos en islamismo, islamofobia, yihadismo y matanzas humanas. Pensar que todos los musulmanes son violentos es tan estúpido como decir que este terrorismo no tiene nada que ver con el islam. Hay una deriva en esa religión bastante considerable que contempla el uso de la violencia y que solo se somete a las leyes de su Dios. Es así y se avalan en parte de su libro, el Corán, que cambia el lirismo de las suras coránicas por la guerra santa en las medinesas, posteriores a la hégira. Tampoco nos pueden decir que el islam es todo cultura y tolerancia. No lo es. Ni el islam, ni ninguna religión. Pero el islam desde luego que no. Decir otra cosa es contar la fábula de la liebre y la tortuga. Por supuesto que hay gente culta, tolerante y sensata dentro del mundo islámico. No sólo es que la haya, es que son una gran mayoría. Se trata de interpretaciones posibles de las leyes religiosas. Los cristianos también hicimos la guerra santa. Pero esto fue hace 5 siglos.
Solucionar el asunto debe pasar porque los propios musulmanes decentes se impongan y cierren el pico a los bárbaros
Por ello, la invasión de Irak y tantas otras barbaridades que hemos hecho por sus territorios, no es la causa sino únicamente la mecha de este asunto. En occidente nos encanta flagelarnos, hacernos los buenos, echarnos la culpa de todo y comprar discos originales. Pero los que entraron con un Kaláshnikov en las manos y se hicieron saltar por los aires no fueron ni Bush, ni Blair, ni Aznar. Ellos ni escribieron ni interpretan el Corán. Solucionar el asunto debe pasar porque los propios musulmanes decentes se impongan y cierren el pico a los bárbaros.
Me imagino que después de visitar la sala de conciertos en la que la barbarie fue más terrible, Hollande no podría irse a la cama y responder ante su conciencia sin responder al terror. Yo no lo culpo, aunque quizás esto habría estado mejor si se hubiera reunido el Consejo de Seguridad de la ONU antes, que para algo está. Pero ya se sabe, mientras ellos atacan con fusiles automáticos y kamikazes embutidos en dinamita, occidente responde con burocracia, condenas enérgicas, velitas y minutos de silencio.