El 20 de Abril del 1963 yo estaba en Madrid. Ya escribí que fue ese día cuando decidí hacer todo lo que pudiera y más para acabar con la criminal dictadura de Franco y sus secuaces. El asesinato de Julián Grimau me conmocionó, reviviendo el asesinato de mi abuelo y de tantos y tantos rondeños y serranos, sintiendo la impotencia individual ante la maquinaria de terror y opresión de un estado mafioso.
En el 52 Aniversario del asesinato de Julián Grimau mi amigo y compañero de lucha en la clandestinidad José Galisteo ha publicado un relato para la verdad, la justicia y la reparación que extracto: “Me llamo Julián Grimau, soy miembro del Comité Central del PCE y me encuentro en España cumpliendo una misión de mi partido”. Con estas palabras Julián responde a las torturas que estaba padeciendo. Vicente un médico-policía le golpea con un puño de hierro y le hunde una parte de su frente. Creen que lo han matado y lo tiran por una ventana de la Dirección General de Seguridad en la Puerta del Sol. Lo recogen y lo llevan al hospital de la prisión de Yeserías, donde el tal Vicente, el doctor Sentis, era jefe de Traumatología. Hay intentos de asfixiarlo. En febrero de 1963 es trasladado a la cárcel de Carabanchel.
Son las últimas semanas de Julián, nacido el 11.02.1911 en Madrid en una familia numerosa de 14 hermanos oriunda de Segovia de carácter ilustrada y liberal. Muy joven entró a trabajar en la Compañía Iberoamericana de Publicaciones. Esta compañía lo envió posteriormente a La Coruña como gerente de una librería. Allí aprende gallego e ingresa en la organización republicana-gallegista de Casares Quiroga.
En 1934 regresa a Madrid e ingresa en el partido Republicano Federal al que estaba afiliado su padre, hombre de confianza de Martínez Barrios, el que fuera en varias ocasiones presidente de las Cortes republicanas y presidente del Gobierno. Tras el golpe fascista de Franco, asume responsabilidades en defensa de la legalidad republicana. Es en el Madrid heroico de la guerra civil, en octubre de 1936, cuando decide ingresar en las filas del Partido Comunista y sirve en los organismos de la Seguridad de la República primero en Madrid, después en Valencia y finalmente destinado a Barcelona, a la Brigada de Investigación Criminal.
Con la caída de Cataluña a comienzos de 1939 Julián tuvo que partir al exilio, campo de concentración de Argelés-sur-Mer, Santo Domingo y La Habana, colaborando con Vicente Uribe, Pedro Checa y marinos de barcos españoles para montar enlaces con el interior de España. En 1947 regresó Julián Grimau a Francia, donde se le hace responsable del Servicio de Pasos y Documentación, para introducir activistas, prensa y materiales necesarios para la acción clandestina, trabajando con Domingo Malagón.
Después pasa clandestinamente a Barcelona y Sevilla, luego a Madrid junto Francisco Romero Marín y Jorge Semprún. Allí tras la detención de Simón Sánchez Montero en 1959 dirige el Partido en Madrid. En 1962 se producen numerosos conflictos obreros, en Asturias, Cataluña, Madrid, Puertollano… La dictadura trató de parar estas acciones con 2.438 detenciones y deportaciones de trabajadores e intelectuales. Es en este ambiente de lucha antifascista que el 7.11.1962 fue detenido en el autobús que iba de la plaza Manuel Becerra a Cuatro Caminos, siendo conducido a la terrible DGS, dirigida por Carlos Arias Navarro, el carnicero de Málaga, donde le torturaron. El 18 de abril comenzaba la pantomima del Consejo de Guerra Sumarísimo. Lo acusaban de haber sido policía rojo y militante del PCE. Julián Grimau contesta a las acusaciones del fiscal: “Desde los 14 años, no he hecho otra cosa que trabajar sin descanso. Actué a las órdenes del legítimo Gobierno de la República. Viví en España pobre y salí más pobre todavía… Nunca he matado ni torturado a nadie”. Cuando escucha la sentencia de pena de muerte por rebelión militar permanece impasible. Mientras tanto por todo el mundo se celebran manifestaciones y numerosos gobiernos interceden por la vida de Grimau incluyendo al papa Juan XXIII.
En capilla, Grimau rechaza los servicios del capellán y escribe su última carta a su familia, a su compañera e hijas. Después una camioneta fuertemente escoltada lleva a Grimau al campo de tiro de Carabanchel. Tres camiones forman un semicírculo con sus faros. Bajan a Julián esposado y le atan las piernas. Alguien intenta vendarle los ojos y él se niega. Enseguida suenan las descargas. Era la madrugada del 20 de abril de 1963, como en 1937, Julián Grimau caía asesinado-fusilado.