Esta semana estuve, durante un tiempo, pendiente del Debate sobre el Estado de la Nación que se produjo en el Congreso de los Diputados. En un momento salió un diputado con una bandera de Andalucía y, a mí, se me saltaron dos lagrimones como puños. No lo podía creer ¿sería verdad? ¡En el Congreso hablando de Andalucía!
Puse todos los sentidos en lo que hablaban, por fin alguien proponiendo algo para acabar con la tasa de paro más alta de toda Europa, una propuesta para acabar con los miles de familias en el umbral de la pobreza, una partida para ayudar a familias, parecida a la que no hace mucho se destinó para las industrias automovilísticas del norte de España… ¡mi gozo en un pozo! Lo que realmente sucedía era que Rajoy llamaba corrupta a Andalucía, metiendo a todos los andaluces en el mismo saco, mientras los diputados del PSOE no le rectificaban, sólo defendían a su partido. Una vez más mi tierra servida como arma arrojadiza de unos contra otros, pero sin buscar solución a ninguno de nuestros problemas.
Me sonaba la cara del Diputado de la Bandera de Andalucía, era Manuel Pezzi, el mismo que hace casi 20 años vino a Arriate como Consejero de Cultura a inaugurar el Instituto, donde yo trabajaba, y ya allí dijo que lo importante para él eran los andaluces, también atendió brevemente a los padres del conservatorio de Ronda y les dijo que en pocos meses tendrían el Grado Superior, miren lo que le importan los andaluces que aún no está nada de eso.
Antes los caciques iban a caballo, el “señorito andaluz” de toda la vida, ahora van en coche oficial, del que no se baja el Señor Pezzi desde hace tanto como el otro “señorito” que vino la semana pasada a decirnos que tenemos unas carreteras estupendas y que él tarda en venir desde Málaga una hora ¿verdad D. Luciano?
Yo, que quieren que les diga, el único cacique que me gusta es el que me pone Miguelito el Rata “con dos cubitos de hielo y sin limón, por favor”.
