Opinión

Parquin por el Cabrero (Ángel Azábal)

Me cansa estar al tanto de lo que ocurre por el Ayuntamiento. Lo mismo me sucede con la política nacional. Que será cosa de los años o del aburrimiento, vaya usted a saber, pero lo cierto es que aquellos afanes políticos de antes han ido pasando a mejor vida y el telediario y los noticiarios locales despiertan en mí los mismos sentimientos que la música militar, o sea ninguno.

El hastío también influye, no crea. Y hastío es lo que siento ante la mancha de jartibles que se ha adueñado de España —a golpe de voto, todo sea dicho— y que ya pasean sus tijeretazos sociales con tanto desahogo y tal descaro que dan vergüenza ajena. Y digo y escribo y remacho lo de jartibles porque no se me antoja mejor modo de definir a la derecha —derechísima— que pidió el voto con un programa repleto de panes y peces para hacer ahora justamente lo contrario, pues hasta quieren cobrar por ponerse enfermo. ¿Que no iban a tocar las pensiones, ni la Sanidad, ni la Educación, ni los impuestos, ni los ahorros de la gente corriente…? ¡Y una leche! Lo que no han tocado son sus cuentas en el extranjero. Ni de refilón. Puntería ideológica que tienen.

Se me viene a la cabeza una letrilla del Cabrero: “Que lo van a arreglar tó / van diciendo por ahí / y se inventan un sermón / que te tienes que reír / de lo embusteros que son. / De trabajo. . . / Como van arreglar ná / con almuerzos de trabajo. . . / Si el que está harto de pan / sólo mira al que está abajo / a ver si lo hunde más”. Pues eso.

Trileros. Dicen pares y mañana nones. Ayer negro, hoy blanco, y dentro de un mes ya veremos. Y así hasta hacer del pueblo hispano una recua de mansos bueyes que ni ánimos tienen para echarse a la calle y denunciar la hipocresía. Ya no sé cómo decirlo. Debería haber una ventanilla donde los ciudadanos —¿o acaso somos súbditos?— pudiésemos denunciar a aquellos políticos que incumplen sus programas a mala leche, desde la peor de las conciencias.

Donde gobiernan —¿o habrá que decir mandan?— se repiten las mismas pautas. Siempre. El actual Gobierno municipal, por ejemplo, descontadas dos o tres concejalías que no paran, tal vez sea el más gris de cuantos tuvo Ronda, mostrándose con un encefalograma plano que no va más allá de alguna ocurrencia tipo cajita de Pandora. Han acabado hasta con las ilusiones. Nos aburren con su discurso sin matices ni sorpresas, si bien es cierto que veces se dejan caer con la consecuencia de sus largas noches en vela.

Un poner: el parquin de lo que otrora fuera Cuartel de la Concepción. No sabemos de quién es el solar. ¿O sí? Menos aún sabemos qué se prevé hacer allí, ni cómo, ni cuándo. ¿O sí? De lo que estamos seguros, y ya se nos puede ir haciendo el cuerpo, es que nos van a cobrar por aparcar, justo cuando no hace ni un año que nos prometieran que aquellas plazas de aparcamiento serían gratuitas. La alcaldesa se equivoca adoptando una decisión impopular y que atufa a improvisación para llegar a fin de mes. No sé quién la aconseja, pero yerra. ¿Y no sería más fácil, digo yo, poner orden en el caos actual del parquin y moderar los tiempos para que el enterado de turno no deje el coche semanas y hasta meses enteros? Bastaría controlar los periodos de estancia —desde la gratuidad, ni que decir tiene— para que todo el mundo quedase satisfecho: bares, vecinos y usuarios. Sin embargo, ya verá usted como se hace lo contrario.

En el caso de Rajoy, mejor me callo y no le afeo lo de cobrar el acceso a las autovías, cobrar por enfermar y ocupar cama en el hospital, cobrar por y para estudiar, cobrar por haber llegado a viejos, cobrar por ir al médico, cobrar por toser… Y donde escribo cobrar, entiéndase pagar, porque con estos del PP vamos a pagar hasta por el aire que respiramos.

Nuestra democracia no será una democracia plena hasta que los políticos que incumplen su programa a sabiendas y con tanta alevosía como lo está haciendo el Partido Popular, no entren en la cárcel por falsedad en documento público, dolo en los actos de gobierno y maquinación interesada para que el pueblo vote lo que después queda en vulgar engaño, pachanga de derecha pijoguay y patraña de engañabobos, porque están haciendo todo lo contrario a lo que nos dijeron. Así que “sólo mira al de abajo / a ver si lo hunde más”. Amén.


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