Moría un hombre bueno, luchador y defensor a ultranza de lo más sagrado que tiene la Serranía de Ronda: su medio natural. Alastair Boyd había luchado durante años por la depuración y la recuperación de los ríos Guadalevín y Guadiaro, llevando esa lucha a las instituciones europeas donde su voz tenía cierto peso. Luchó también por defender los valores naturales de la Serranía en el turbio tema de Merinos, siendo una de las víctimas con la que más se ensañaron unos promotores inmobiliarios sin escrúpulos que lo acosaron e intimidaron hasta el punto de exigirle en los tribunales 22 millones de euros por sus declaraciones en la prensa inglesa. Esa lucha en los tribunales le dio finalmente la razón a Alastair, como no podía ser de otra manera, pero mientras tanto, su salud se vio seriamente afectada.
Ese golpe le sobrevino hace un par de años, cuando Alastair Boyd contaba con 79, y significó un mazazo para él y para su salud. Por aquella época, y con el empujón definitivo de Juan Terroba, otro defensor incansable de los valores naturales de esta bendita tierra, que nos habló de lo mal que lo estaba pasando Alastair, publicamos su primer libro en castellano, De Ronda a las Alpujarras. Viajes a caballo en los sesenta por el sur de España, que era la traducción y adaptación al castellano de su ya clásico The Road from Ronda. Travels with a horse through southern Spain publicado por Collins en 1969. Aquel libro se presentó en abril de 2007 en el Círculo de Artistas de Ronda, del que era socio. La presentación del libro reunió a un importante número de amigos del escritor, así como de personas vinculadas a la cultura y a la defensa del medio ambiente; aquel acto sirvió de excusa para rendir un homenaje a Alastair Boyd por parte de todos los amigos que lo queríamos y fue un soplo de aliento en aquellos momentos tan duros que estaba pasando por el acoso de los promotores de Merinos.
En este libro, Mister Boyd, que era como todos conocíamos a Alastair, hacía una descripción asombrosa sobre la Ronda de los años 60, una radiografía perfecta de la sociedad de esta ciudad, según me confirmaron muchos de los que vivieron en Ronda en aquella época, aunque algunas esferas de poder no salieran muy bien paradas. Como su mismo autor nos contaba, este libro nos sumerge en la Andalucía de vísperas de la revolución del consumismo. Los viajes narrados se llevaron a cabo entre los años 1965 y 1967 y todos ellos fueron realizados a caballo. La carencia casi absoluta de desarrollo en el interior del país garantizó la conservación de la mayoría de las cañadas reales, los antiguos caminos de ganaderos y arrieros. Apenas existía el alambrado de terrenos privados y con frecuencia se podía cabalgar un día entero sin apenas tocar una carretera asfaltada. Sin embargo, aquellos fueron los últimos años en que se podía viajar de este modo en la confianza de que se encontraría posada y forraje para los animales en cualquier pueblo donde se pernoctara. Cambios inmensos se vislumbraban, pues la mayoría de esas primitivas hospederías con sus amplias cuadras estaban a punto de cerrar sus puertas para siempre. Podríamos decir que Alastair Boyd ha sido el último viajero romántico de la Serranía de Ronda y, posiblemente, de Andalucía. Llegó a tener amistad con Gerald Brenan y se podría afirmar que Boyd ha sido para la Serranía de Ronda lo que Brenan para las Alpujarras.
Fue una época también en la que el turismo iba en aumento, aunque se limitaba casi exclusivamente a las ciudades monumentales y a las costas. La Costa del Sol comenzaba a extenderse desde la playa hacia las faldas de las sierras, pero Marbella conservaba todavía las características de un pueblo español con cierto encanto.
Ronda, con sus dos estrellas en la guía Michelín, siempre había atraído a cierta clase de turista, sobre todo gente seria que llegaba en tren o en coche propio, por lo general provista de la clásica guía y libros sobre botánica de la región o la arquitectura árabe. Los autocares de los turoperadores no se habían asomado todavía; la entonces peligrosa carretera que une Ronda con San Pedro de Alcántara servía de protección contra la invasión del turismo transitorio de un día.
Los residentes extranjeros eran escasos y estaban muy esparcidos. El autor conocía a todos los que vivían en un radio de treinta kilómetros alrededor de Ronda. En su viaje desde Ronda a tierras de Almería y Granada se encontró a un solo extranjero en todo un mes. En aquel entonces existía cierta competencia entre los que viajaban en busca de la vieja España, pues todos se sentían exploradores y cada uno quería descubrir el tesoro por su propia cuenta.
Nos encontrábamos, sin duda, ante una obra maestra de la literatura de viajes que había esperado 40 años para ver la luz en castellano y que nos muestra cómo era el sur de España hace 40 años, cuando aún se podía atravesar toda Andalucía sin pisar asfalto y sin encontrar alambradas durante días.
Alastair Boyd nació en 1927. Fue educado en varios colegios privados y luego en el King´s College de Cambridge. Tras servir en la Guardia Real Británica, trabajó en el sector financiero de la ciudad de Londres, un empleo para el que se consideraba poco apto.
En 1957 llegó a Ronda, donde fundó y dirigió una escuela de idiomas junto a su primera mujer, Diana Mary Gison, en la Casa de Mondragón. Disponían de dos caballos con los cuales exploraron gran parte de la Serranía y sus pueblos.
En 1966, en compañía de un amigo español, realizaron el viaje a caballo que relata la obra de la que hemos hablado: desde Ronda a Almería, atravesando las Alpujarras y regresando por Granada.
Tras la muerte de su padre en 1975, Boyd heredó el título nobiliario de Lord Kilmarnock, y serviría durante más de 20 años en la Cámara de los Lores del Parlamento Británico, primero como portavoz del Partido Socialdemócrata y luego como independiente.
Boyd ha escrito varios libros más sobre España, entre los que destacan Sabbatical Year, Collins, 1959; Madrid & Central Spain, Collins, 1975; The Radical Challenge, André Deutsch, 1983; The Essence of Catalonia, André Deutsch, 1988; The Sierras of the South, HarperCollins, 1992 y The Social Market and the State, Profile Books, 1999. Su única obra publicada en castellano ha sido De Ronda a las Alpujarras. Viajes a caballo en los sesenta por el sur de España (Editorial La Serranía, 2007).
Ha vivido sus últimos años junto a su segunda mujer, Hilary Bardwell, conocida como Hilly, con quien se había casado en segundas nupcias en 1977, madre del célebre escritor inglés Martin Amis, en su casa de La Indiana, a poca distancia de Ronda.
Su hijo James vive y trabaja en España.
A Alastair Boyd yo quisiera agradecerle, muy especialmente, su amor por esta tierra y su compromiso, a veces arriesgando mucho, con el medio natural de la Serranía, con nuestros ríos y con nuestro paisaje, que es la principal riqueza de la Serranía de Ronda y que es tarea de todos conservar. Quisiera reconocer su labor de lucha y compromiso por la Serranía de Ronda, que siempre estará en deuda con él. Descanse en paz.