Así se denominaban habitualmente los diferentes departamentos en cualquier organismo público. Hoy día casi ha desaparecido como denominación genérica y solo se mantiene firme en uno de ellos: el de Obras o de Urbanismo, o de ambos. ¿Curioso verdad? ¿y por qué será?. Muy fácil, es el Negociado por antonomasia. Es el departamento donde se puede hacer negocio, (y donde habitualmente se hace generando buenas fortunas), lo que ha conducido a que la pelea entre los electos por él haya sido universal y sangrienta.
La concesión de licencias de obra, debido a una perversa legislación, está sometida de un modo u otro al albedrío, capricho o displicencia del baranda de turno o de sus técnicos. Y lo que comienza al pedir o conceder un favor termina por transformarse en práctica recaudatoria, especialmente desde que los promotores del Cambio, (se acuerdan de los primeros ochenta), inventaron el impuesto revolucionario, ese montaje infernal por el que quien pretendía construir algo debía financiar actuaciones públicas cercanas como colaboración altruista a la comunidad. ¡Menuda falacia!.
Tal es, o era, el volumen del negocio que casi todos los ayuntamientos han cambiado el funcionamiento de ese departamento para conseguir transformarlo en Gerencia de Urbanismo y es de dominio público que en la gerencia centra la empresa el control del negocio. Más claro agua.
En Ronda el Negociado ocupa todo un edificio en el que la megalomanía del caído TOTI gastó hace nada para redecorarlo unos increíbles 150.000.000 pts, (en pesetas se entiende mejor la barbaridad). No voy a decir nada del resultado, que está a la vista, pero un edificio histórico y público en el corazón de La Ciudad se merecía algo mejor y, desde luego, no tan costoso. Este edificio, absolutamente laberíntico, se caracteriza por el gran número de puertas cerradas. Es como un bloque de viviendas sin directorio donde no hay forma de averiguar donde vive nuestro conocido y perdemos el tiempo dando vueltas sin encontrarlo. Ni siquiera hay portero. Portería sí, pero con una persiana metálica muy mona siempre echada donde nadie da razón. No le arriendo las ganancias a quien vaya allí a resolver algo.
De tanta puerta cerrada se colige que todo allí debe ser muy secreto y, si es secreto, se deberá a que no es muy digno, ¿si o no?. Es el departamento con más personal de nuestro Ayuntamiento y en una época donde las obras casi han desaparecido no tiene lógica alguna. Especialmente es abundante el conjunto de técnicos. Con el totismo se triplicó su número sin que públicamente se sepa por qué ni cuál fue el modelo para su contratación y, al parecer, estos técnicos pueden compatibilizar su trabajo oficial con el de fuera, lo que no da muy buena imagen pues no se debe ser juez y parte, ni siquiera parecerlo. El nuevo gobierno no parece tener mucho interés en reducir este escandaloso exceso sino que, para colmo, dicen las malas lenguas que quiere aumentar su número.
Además, su cumplimiento de las normas no es muy riguroso, o no lo parece. Entre otras cosas, yo he denunciado públicamente que muchas licencias se conceden a proyectos redactados por técnicos incompetentes, (incompetentes según la legislación), y nadie intenta corregirlo. He denunciado también el eufemístico “albergue de aperos”, tan querido por el Negociado y que oculta espléndidos chalés, y se han reído de mi. Es el departamento de la mala educación, fíjense lo que digo puesto que en realidad es mucho más serio, ya que es “norma” no contestar a los escritos que registran los ciudadanos, sobre todo si quien escribe tiene razón en lo reclamado, y dejan que el tiempo y el “silencio” resuelvan el asunto.
Actuales Señores del Sillón, un por favor ya: ¡ley, democracia y apertura también en el Negociado!