Al actual equipo de Gobierno se le suponía motivado por las ansias de poner una brida de austeridad a las finanzas públicas. Cumplieron con lo que estaba previsto —y seguramente firmado— desde mucho antes de las elecciones, pues si algo unía a Isabel Barriga con Maripaz Fernández, banderas aparte, era su deseo nunca ocultado de sacar de la alcaldía al Sr. D. Antonio María Marín Lara. O sea, que siete y cinco son doce, y Toti perdió la vara de mando que con tanto ahínco pillara por vez primera gracias a los apoyos del GIL de doña Trinidad Aragón y al PP pilotado entonces por Pepe Herrera. No me cansaré de repetir que las dos conocían perfectamente la situación ruinosa y caótica de las arcas municipales. Así y todo, no lo dudaron y se lanzaron al ruedo de lo público con vehemencias y alegrías propias del gobernante virgen y alocado que todo lo fía a un milagro de última hora.
Se comprende lo de la vehemencia, pues de algún modo los andalucistas, tan dolidos ellos después del desembarco de la tropa totista en el PSOE, se vengaban así de los que se plegaron a unos apaños políticos que desataban arcadas entre la vieja guardia. Del PP no le cuento… Otro día hablamos, aunque los muchachos de Espe y Sanrajoy no veían llegado el momento de pasarle factura a quien fuera un socio obligado del que nunca acabaron de fiarse.
Sin embargo, en cuestión de virginidades políticas hay que matizar todo lo humanamente matizable. Porque verán ustedes, de los doce concejales que nos gobiernan, Isa Barriga, Maripaz Fernández, Daniel Harillo y Jesús Vázquez eran camisas viejas que llegaban exhibiendo las heridas ganadas —o perdidas— en no pocas algaradas y batallas, ora contra éste, ora contra aquél para estar al frente o en los lugares de privilegio de la procesión.
O sea, que todos conocían de primera mano el ruinazo de la hacienda rondeña, por más que ahora pretendan hacerse los nuevos e incluso hacernos creer que ellos nada tienen que ver con los excesos y derroches del anterior alcalde, ya saben, aquel que entró de infantista y dio en socialista converso y más rojo que Negrín, un decir. Peperos y andalucistas, bien por temor al masca, bien por conveniencia, bien por complacencia, dejaron hacer al anterior alcalde hasta que la pelota de la deuda se disparó a los extremos y monto actuales.
La verdad es que se esperaba un poco más de quienes entraron con unos ánimos de cambio que nos ponían, sino en actitud de credulidad, sí al menos en la posición expectante del que espera un algo que justifique los pactos, más que nada por los más de cinco mil parados que atenazan la ciudad. Es de reconocer lo del Senado de Notables con los anteriores alcaldes —por cierto, ¿llamará a Toti doña Maripaz, ahora que no ejerce actividad política?—; se aplaude el frenesí que les dio por los caminos públicos —que se antojan siempre los mismos— y la austeridad que destila el ejercicio del mando o haber desterrado lo del grito y ordeno de aquellos plenos memorables que aún andan por los recovecos del youtube. Pero no basta.
Entraron para dar soluciones a una situación que sabían más que delicada. No sirve ahora aquerenciarse en tablas y dolerse por las esquinas en plan Jeremías. No se les pueden pedir imposibles, pero sí que les podemos exigir que se entreguen a la tarea de ultimar aquello que no exige ni grandes desembolsos ni muchas fatigas, ya saben, o sea que nos conformaríamos con que fuesen rematando lo que el anterior alcalde fue dejando a medias.
Y ahí van algunas ideas. ¿Para cuándo el remate de los Molinos del Tajo, que leo se quiere iniciar ahora? ¿Y el caminillo que une el Campillo con el camino de la Sevillana? ¿Iba en serio lo de la recuperación del Parque Periurbano, que no se toca desde que doña María José Castaño tuviera la idea de dotar a Ronda de un espacio amplio para el ocio? ¿Y el Centro del Mueble Rondeño; habrá que esperar a su deterioro total o se le dará algún tipo de uso, educativo por ejemplo? ¿Adecuarán el llamado Observatorio Astronómico para que lo puedan utilizar los estudiosos de las estrellas? ¿Se adecuarán senderos públicos más que transitados, como Yerbabuena y Tajo del Abanico, o dejamos que se los traguen las zarzas y las higueras bravías? ¿Acabaremos con la recuperación de los restos arqueológicos aparecidos a fuerza de retro junto al patio de Santa Ana? ¿Y la rotonda del Polígono? ¿Para cuándo el sueño de una Biblioteca Municipal digna de tal nombre? ¿Y la reparación de las murallas? En fin, que mejor paramos. Dejen de lamentarse por los cuarenta millones de euros que debemos —o casi— y dedíquense a rematar lo que buenamente puedan. Otro día hablamos de la revalorización de Acinipo como puntal turístico de Ronda. Ya ven que a algunos lo del PGOU y demás, así como que no.