Una vez pasado un mes de acampadas, los indignados y los del movimiento 15-M han decidido retirarse a sus cuarteles. “No nos vamos, nos mudamos a tu conciencia” rezaban algunas pancartas que portaban. Lo único que han dejado ha sido unos puntos de información para que todos sigamos al día de lo que están promoviendo y lo que está pasando.
No es mala idea esa de mantenernos informados, ya que las noticias que nos llegan a través de los medios de comunicación no son siempre las correctas y, dependiendo del medio por el que nos lleguen, tendrán más de información, más de opinión y, como en todo, mucho de arrimar el ascua a su sardina. No hay ningún medio que lo cuente todo y de todos, es así.
Lo que empezó como un movimiento esperanzador, que estaba moviendo las conciencias y removiendo los cimientos de la política no puede terminar en nada, pero tampoco puede degenerar en ciertos actos que no tienen nada que ver con lo fundamental y el motivo por el que se empezó la indignación y se movilizó a tanta gente de todas las edades.
No deben apoderarse de este movimiento y esta protesta los anti-sistema, que están en contra de todo por norma, ni los violentos, que aprovechan cualquier ocasión para liarse a golpes e insultos con todo el mundo. Esta esperanza que se ha levantado debe continuar, pero debe luchar contra el mercado en el que estamos ahora mismo donde mandan más los bancos que los gobiernos, donde esté el partido que esté en el gobierno el cambio en la sociedad no se aprecie por ningún lado y, ante todo, debe acabar con los privilegios de unos pocos que están llevándonos al resto a la ruina.
Igual que a los políticos los podemos castigar en las urnas, éstos tienen la obligación de castigar a los grupos financieros que nos han llevado a esta situación, para eso tienen poder para hacer leyes y regular a los bancos. Qué no sean éstos los qué nos regulen a nosotros.