Entre las subidas que nos esperan nada más que el año en ciernes haga acto de presencia no es la menor la que atañe al consumo eléctrico. Nada menos que casi un 10% se encarecerán las facturas que llegarán puntualmente de aquí a muy pocos días a todos los hogares españoles. Ya soportábamos sucesivas subidas en años anteriores y desde el 2007 ya se acumula un 40%. Analistas económicos destacan que estamos ante el mayor incremento desde que se inició la liberalización del sector eléctrico en 1997. La desproporcionada subida de ahora ya ha recibido el epíteto que le corresponde: tarifazo.
Vuelve a castigarse inexorablemente la economía de quienes con mayor rigor vienen sufriendo la tormenta económica que no presenta visos de amainar. Pero no solo las familias sufrirán en sus carnes la carestía de este servicio; a nadie escapa incidirá en las empresas poniéndose trabas a su crecimiento y a la creación de empleo. Tampoco escaparán los ayuntamientos, cuyas arcas exangües son de sobras conocidas. Las administraciones públicas de escasa identidad es de temer que acabarán por suprimir servicios como el del alumbrado, totalmente imprescindible. Y en los hogares habrá que recurrir a los usos de antaño: candiles de aceite.
Facua-Consumidores en Acción insta a los consumidores de esta energía que dirijan misivas al presidente del Gobierno dejando instancia del descontento. No es mala idea. Sobre todo, si como se intuye, lo que se persigue con el tarifazo es apoyar a las compañías eléctricas y que permanezca indemne el gran capital.