Una de las últimas decisiones que ha tomado Trinidad Jiménez como Ministra de Sanidad (antes de la amplia y muy comentada remodelación del Gobierno) ha sido la de aprobar la nueva ley del tabaco, en la que casi llega a criminalizar a los fumadores.
Soy una persona bastante respetuosa en este tema, es más, si llega algún amigo a mi casa con un niño pequeño inmediatamente se deja de fumar en el salón, para ello está habilitada la cocina, así no molestamos a nadie con nuestro humo.
Mientras creamos “narcosalas” para proteger la salud de las personas que desgraciadamente han caído en las drogas, mandamos a la calle (y no a todas las calles, que también hay zonas en las que no se puede fumar) a quien quiera fumarse un pitillo.
Estoy de acuerdo en qué en determinadas zonas de uso público y común no se pueda fumar, es muy molesto que en un restaurante te estén molestando los humos de los demás mientras comes. Pero también es necesario crear espacios para los que quieran fumar ya que éstos son ciudadanos igual que los otros, al menos para pagar sus impuestos, y no deben ser tratados como personas sin derechos.
Quizás la opción no fue la que se hizo en su día de habilitar espacios concretos para fumadores en los bares, se podría haber dado el paso en otro sentido. No creo que se deba fumar en todos los bares, pero sí creo que deberían dejar alguno para los que quieran hacer uso de ese derecho, avisándolo convenientemente el que quiera entrar en ese establecimiento sabrá a lo que se expone.
Debemos respetar los derechos, pero de todos. ¿O es qué es sólo perjudicial el humo del tabaco y no otros humos (y malos) que emiten muchas otras cosas?
