La verdad es que en este caso no hay que ser muy original para hacerse eco de la legendaria película de Luis García Berlanga, para comparar la anunciada visita de la primera dama de los EEUU a nuestra ciudad, con la recreada en tiempos de posguerra por el legendario director de cine.
Al fin y al cabo no han cambiado tantas cosas, la crisis que vivimos nos tiene sumidos en un ruina económica a la mayoría muy similar a la retratada en la cinta del cineasta valenciano, salvando lógicamente las distancias por fortuna para nosotros, pero con igual provincianismo por parte de las autoridades locales de las distintas ciudades donde va dejando huella la simpática esposa del que algunos quisieron vender pomposamente como el “Zapatero americano”, que sí se asemeja mucho al descrito por la nunca bien ponderada película.
En resumidas cuentas, todos nos hemos ilusionado con la ilustre visita, pero cuidado con intentar vender como un logro de la gestión diplomática por parte de los alcaldes de turno lo que es un evento casual. De hecho, hasta el momento no ha tenido contacto con ninguno de ellos, aunque conociendo al nuestro, sería raro que no apareciera una foto en sus medios oficiales o más cercanos, con la ilustre visitante.
Porque finalmente lo que dejará esta visita en nuestra ciudad es una publicidad impagable. Los medios de comunicación de todo el mundo se han hecho eco de la visita de la popular e imprevisible sra. Obama, pero una vez desaparecida la estela de la enorme comitiva que la acompaña nos quedaremos con el mismo número de desempleados, probablemente con la visitante un poco cabreada por las curvas de la carretera de San Pedro y, eso sí, con un equipo de gobierno eufórico por lo conseguido. Michelle Obama ha venido a ver Ronda por su fama e historia, no por la capacidad de persuasión de sus gobernantes, y una oposición enfadada porque la visita soñada les ha pillado en fuera de juego.