Opinión

Decisiones dolorosas (Nacho Garay)

Quiero creer que el inicio de los derribos de las construcciones ilegales que se ubican en distintas zonas rurales de nuestra ciudad ha sido una decisión dolorosa para todos, y especialmente para los responsables de nuestra corporación municipal, que han sido al fin y al cabo los que han llevado a cabo las resoluciones que ordenaban tales actuaciones.

Dicho esto con las reservas debidas, algún “pelotilla de turno”  puede ver eso como una  demostración de fuerza del alcalde, algo tan absurdo como innecesario. Hay que reconocer que todos los afectados, particulares y administraciones, tienen su parte de culpa en lo sucedido. Casi ningún ciudadano se limita a construir lo estrictamente permitido, pensando siempre que al final  con una multa puede arreglarse todo y salir ganando,  y la administración no es precisamente rápida en el control de unas obras que que debe vigilar por ley.

Lo que sí queda en evidencia con estas actuaciones ha sido precisamente ese total y absoluto descontrol que el Ayuntamiento de Ronda ha tenido de una manera contumaz, en el sentido de permanencia en el error,  con las edificaciones que han  venido floreciendo durante años en las zonas rurales, y de una justicia lenta hasta el agotamiento y   que de alguna forma pone un punto y final con estos derribos.

 Por otro lado  finalmente veremos qué consecuencias jurídicas tienen estas actuaciones, ya que muchos de los afectados emprenderán las acciones legales que estimen pertinentes. Los jueces tendrán finalmente la última palabra sobre unos litigios que pueden extenderse como la pólvora  hasta un número  difícil de calcular,  por lo que todavía tendremos mucho que contar sobre un tema que afecta o puede afectar a muchos vecinos de Ronda.

Si los derribos iniciados esta semana sirven de pauta para que en Ronda no sigan creciendo los núcleos de población como las setas, las actuaciones habrán servido para algo, en caso contrario me temo que las empresas de demolición tendrán en el futuro un gran negocio en la ciudad del Tajo.

En todo caso la pregunta que nos hace llegar muchas gente es: ¿Por qué unas sí y otras no? La respuesta no debe ser malintencionada como ustedes creen, aunque desde luego la vigilancia y tolerancia que se han llevado a cabo en muchos casos no fuera igual.


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