Semanas atrás, la prensa especializada se hacía eco de la difícil situación financiera por la que atraviesa la “Corporación Mondragón”, propietaria de la cadena de supermercados Eroski, y desde estas líneas expresaba mis dudas sobre cómo afectaría esa situación a la ejecución del proyecto de su Centro Comercial en Ronda. Eroski perdió 75,6 millones de euros en su último ejercicio fiscal y como consecuencia del descenso del consumo su cifra de negocio bajó un 6%, hasta los 8.427 millones de euros, lo que provocó una reducción del 10 % de su plantilla.
Según el mismo diario, “durante el presente año el grupo vasco tiene previsto vender 35 inmuebles de su propiedad, entre supermercados, hipermercados y galerías comerciales. (El Economista, 10 de junio de 2010). Recientemente, Eroski ha cerrado la venta por 50 millones de euros de su centro comercial Bilbondo, en Basauri (Vizcaya), al fondo Iberian Value, gestionado por ING Real Estate Inv. Management, en una operación en la que se han vendido tanto los locales de la galería comercial, como el que ocupa el hipermercado. Posteriormente, la cadena ha suscrito con los nuevos propietarios un contrato de alquiler, manteniendo así una estrategia iniciada en 2001 de venta de inmuebles de su propiedad en los que sigue desarrollando su actividad en régimen de alquiler a largo plazo.
Durante el presente ejercicio, -según señala el presidente del grupo, Constan Dacosta-, continuará la política de “desinversión inmobiliaria y la contención de nuevas inversiones para mejorar la generación de recursos y reducir el endeudamiento del grupo”. Por esta razón, la compañía se ha desprendido ya de16 supermercados y de las plataformas logísticas de Zaragoza y Málaga, tras lo que firmó sendos contratos de arrendamiento operativo por doce años”.
La noticia acrecienta aún más las dudas sobre la viabilidad del proyecto de Ronda, pero deja entrever “otras razones” meramente especulativas que justificarían el interés del grupo vasco para, en plena crisis, promover la construcción de nuevos centros comerciales a pesar de la dudosa rentabilidad de algunos de ellos, como el de Antequera.
En el caso de Ronda las cuentas son fáciles de echar: La sociedad mercantil que lo promueve debe abonar al consistorio nueve millones de euros (casi tres en metálico y el resto en especie, entre plazas de aparcamiento y otros bienes). Sumemos a eso el importe de la obra, y desde ahí hasta su precio de venta (que alcanza varias decenas de millones de euros) todo son ganancias. No hay nada ilegal en ello; pero si el objetivo primordial es la generación de plusvalías por la venta de los nuevos edificios y no tanto la rentabilidad de su explotación comercial, que pasaría a un segundo plano, podría llevar a la ruina a los comerciantes que instalaran sus negocios en los locales del centro comercial.
Y otro proyecto que se esfuma: Según me informan, en una reciente reunión mantenida entre la Fundación Moctezuma y nuestro Ayuntamiento, se cuestionó la viabilidad del proyecto que pretendía adaptar el edificio del antiguo Colegio El Castillo para convertirlo en un hotel de lujo y en Escuela de Hostelería. Causa extrañeza este repentino cambio de opinión, ya que hace apenas un mes, -continuando con la política habitual de vender humo y salir en la foto por un “bluff”-, el Alcalde y los promotores anunciaron en rueda de prensa su interés por ejecutar el proyecto a corto plazo.
En esa reunión se valoró también la posibilidad de que el emblemático edificio pasara a ser de propiedad municipal, mediante una permuta urbanística similar a la que nuestro consistorio realizó para lograr la instalación del Parador de Turismo en nuestra ciudad. Entonces, además de los terrenos que ocupaba el antiguo Ayuntamiento, se permutaron también las parcelas de la antigua compañía “Funicular Aéreo al Tajo de Ronda”, recibiendo a cambio sus accionistas los terrenos donde actualmente se ubica el Edificio de La Curva (-cuyo estudio de detalle urbanístico ha sido anulado recientemente por el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía-).
A estas alturas, a pocos podría sorprender que detrás de proyectos aparentemente “empresariales”, que se venden como generadores de empleo para la ciudad, se escondieran realmente meros intereses especulativos. Siendo concejal tuve acceso al expediente urbanístico del mencionado (-y a hora “alegal”-) Edificio de La Curva, promovido durante el año 2001 por la empresa “Jardines de la Curva”, la cual, a su vez, se constituyó semanas antes por otras tres sociedades mercantiles, cuyos nombres: “Nakatomi, Rabanela y Electromecánica Tropical”, ya cuestionaban la seriedad del proyecto. Suma y sigue…