El pasado sábado, como habitualmente por estas fechas, se celebró el festival de Eurovisión. Un concurso que se ha convertido de unos años a esta parte en toda una frikada donde, cada vez más, en vez de encontrar cantantes y canciones importantes, funciona mejor el salirse un poco de lo normal y formar el espectáculo, lo montan incluso los no cantantes por tal de salir en la tele ¿no es eso friki?
Se da la circunstancia que hay cuatro países que pasan directamente a la final del concurso, sin pasar por las eliminatorias previas que se realizaron el martes y miércoles previos a la gran final del sábado. Estos cuatro clasificados son España, Francia, Reino Unido y Alemania, pero no están en la fase definitiva por su cara bonita o por una gran tradición en ganar este concurso, pasan directamente porque son los cuatro países que pagan y financian todo este certamen que se celebra en el país que venció el precedente.
Este año, tras trece sin títulos, al fin han votado como campeón a uno de estos países, concretamente Alemania, con lo que los demás europeos que ven en este festival la forma de mojarle las barbas a los que lo mantienen se han asegurado unos cuantos años más de un espectáculo que cada vez deja un poquito más que desear.
En España el gasto de financiación y promoción del festival corre a cargo del ente público Radio Televisión Española, una empresa dependiente del estado y que tiene una deuda superior a los siete mil millones de euros (he intentado hacer la cuenta con mi calculadora y me da error al pasarlo a pesetas, sale algo así como 1.162.000.000.000 pesetas, aproximadamente). Con la crisis que tenemos y la deuda que se gasta RTVE no creo que sea momento de financiar esto. O por lo menos que vaya chikilicuatre, al menos nos reímos un poco de todo este despropósito, además de sacar más votos que los representantes de estos últimos años, aunque sean “algo chiquititos”.