Semanas atrás (en estos momentos escribo de memoria y he olvidado el artículo en cuestión) en una retahíla de reproches y descalificaciones que endilgabas y propinabas al Soe, más o menos fundados, resaltaba una critica en la que se podía observar un error de bulto. Y no te recrimino por ello, nada más lejos de mi intención, porque te comprendo: nunca acertamos plenamente ni erramos plenamente, sino que constantemente nos debatimos entre aciertos y solecismos que van más allá de lo puramente gramatical y se adentran en el campo de las ideas infundadas y las convicciones alejadas de la realidad en base un subjetivismo exacerbado. Saber extraer una síntesis final honesta y constructiva de tal oscilación vital es lo importante. El problema se acentúa cuando hablamos de temas sobre los que tan sólo poseemos nociones aisladas, pero que desconocemos en profundidad. En este caso el margen de error es muchísimo mayor, ta y como te ha ocurrido. Y esto es lo que ha sucedido cuando hablabas del PER o del subsidio agrario, que aunque son líneas de ayudas bien distintas, al final vienen a ser lo mismo si tenemos en cuenta su finalidad. Entiendo que nadie puede saber sobre todo y a veces la imperiosa necesidad que comporta el escribir un artículo semanal nos lleva a usar en nuestro favor algún argumento que nos llega de oídas. Craso error. A pesar de todo, y sea cómo fuere, siempre debemos tener cuidado si lo que queremos realmente es defender la razón y todo aquello que ocurre en esta opresiva realidad que hoy por hoy nos envuelve y condiciona; pues el peligro disolvente del discurso subjetivista, que afirma que no existe ninguna realidad fundamental que previamente no sea percibida por el sujeto, termina alimentando el escepticismo, y acaba negando la trascendencia de la razón sin ofrecer otra alternativa más que el irracionalismo, fuente con gran probabilidad de los males que afligen a nuestras sociedades: el relativismo ético y el nihilismo.
Pero vamos a lo que vamos. En el artículo del que hablo, entre otras cosas criticabas el subsidio agrario o el PER (disculpa mi inexactitud, pero escribo este artículo sobre la marcha y de memoria) y el uso partidista que de tal ayuda hacía el Soe. En este caso concreto he de decirte que te equivocabas de cabo a rabo. Y si me he decidido a escribir sobre este tema es porque ya he escuchado ese mismo argumento a otros articulistas y siento la necesidad de arrojar luz sobre este manido y deformado tema.
En primer lugar, te invito a que te informe sobre la cantidad presupuestaria que el gobierno destina a esta ayuda. Estoy seguro de que te sorprenderás: es ridícula si la comparas con otras partidas presupuestarias. En este país se han destinado cifras astronómicas en ayudas a otros sectores que no ha repercutido en el beneficio a tantas personas como si lo ha hecho el subsidio agrario.
Pero es más, piensa por un momento que el trabajo en las labores agrícolas es temporal: temporada de la aceituna, temporada de la fresa, etc. ¿Qué hacemos con los jornaleros agrícolas en aquellos meses en los que no hay ningún tipo de labor en el campo? El subsidio agrario garantiza estabilidad económica a toda esta gente (una estabilidad muy precaria) y les permite “ir tirando” durante ese tiempo que no hay cosecha que labrar o recoger. De no ser así, la agente se marcharía del campo y cuando llegase la época de la recolección no habría braceros para realizarla. Por lo tanto, el subsidio agrario y el PER posibilitan dos funciones muy importantes en el campo andaluz: fija la población y ralentiza la despoblación de nuestro pueblos, por un lado, y garantiza mano de obra en aquellos momentos que se la necesita, por otro. Ten en cuenta que en muchos casos los propietarios agrícolas necesitan personas para dos, tres o cuatro días nada más. El campo por sus especiales características ofrece muy poco empleo estable. Con todos esto, Andalucía gana mucho, y los jornaleros muy poco. Amén de la tranquilidad que proporciona a los empresarios agrícolas saber que cuentan con mano de obra dispuesta a trabajar en su explotaciones en aquellos momentos puntuales que por las especial estacionalidad del campo, la necesitan. Pero así es la vida y así es nuestra Andalucía. Entiendo que cualquier persona, sea quien sea, necesita de una trabajo fijo, pero como hasta ahora y por los defectos estructurales de la economía andaluza esto es algo que resulta imposible, al menos trabajando unas jornadas en el campo algo entra encasa.
En otro orden de cosas, son muchos los emigrantes que retornaron durante los años ochenta y noventa a nuestra tierra. Por lo general eran gentes de nuestro pueblos con una edad que frisaba los cincuenta. Con esta edad cuando no se tiene una cierta cualificación profesional encontrar trabajo es muy difícil. Al ser muchos de ellos personas provenientes del mundo rural, los jornales y el subsidio les permitió llegar a la jubilación sin caer en la indigencia.
Como puedes comprobar, el subsidio y el PER han ayudado a mucha gente de nuestra tierra, siendo muy errónea y sesgada las criticas que de esta ayuda hacen algunos. Todos los partidos deberían seguir apostando por su mantenimiento y prolongación el el tiempo, pues nunca en nuestra historia reciente se ha ayudado a tanta gente con una partida presupuestaria tan pequeña.
El día que Andalucía cuente con una economía próspera y dinámica sustentada sobre un tejido industrian sólido y estable, ese día, tal vez este artículo y el tuyo que dio origen a éste, dejen de tener sentido. Pero seguramente seremos ya tan viejos que no tendremos fuerzas en nuestra manos para soportar el leve peso cristalino de un vaso de cerveza para celebrarlo (por si acaso: pagas tú).