Mal, muy mal deben andar las cosas en el gobierno municipal de Ronda cuando al alcalde y a una edil, -psicólogo por más señas-, les da el arrebato, se lían a voces y se mandan a la porra el uno al otro. En Ronda nos conocemos todos, y por ello se sabía que entre ambos hay la misma química que entre el aceite y el agua, que son naturalezas inmiscibles de por sí, y no hay sitio para los dos ni en el mismo lugar ni al mismo tiempo.
Hace ahora tres años, cuando Maribel Morales fue durante horas candidata a la alcaldía por decisión de la asamblea socialista de Ronda y la dirección provincial de su partido la relegó por decreto al sexto puesto de la lista, le dediqué un artículo titulado “Siempre fuiste una rebelde”, porque no entendía cómo se quedaba de brazos cruzados ante tamaño desprecio a las bases del partido. Me contestó que ella estaba en el partido socialista para trabajar por Ronda, y que por ello le daba igual hacerlo desde cualquier puesto de la lista.
Con Maribel Morales, mujer de “rompe y rasga” donde las haya, se podrá estar de acuerdo o no, -políticamente hablando, claro-, porque ha sido, es y será una socialista convencida de toda la vida, que ha entregado a Ronda y a su partido mucho más esfuerzo y dedicación que otros que con menos llegaron más alto. Le traiciona su genio pero, por lo demás, su capacidad y su honestidad están fuera de toda duda.
Maribel se larga porque estaba en política para “echar” una mano y no para “ponerla”, y mucho menos para aguantar monsergas ni personalismos. Puede hacerlo porque le espera su plaza de profesora de instituto en el Pérez de Guzmán. De los que hasta ayer eran sus compañeros en el gobierno municipal muy pocos pueden hacer lo mismo. A muchos les esperaría, como mucho, el mango áspero de una escoba en Soliarsa o, incluso, la fría y lóbrega cabina de un parking subterráneo; -dignísimas profesiones ambas-, pero nada confortables si se comparan con la vida facilota y bien remunerada de la política. Así es muy difícil bajarse en marcha, y la credibilidad de los que se quedan queda a la altura de sus currículos.
A Maribel se la echará de menos, no sólo por su carácter, sino porque con ella se marcha una de las pocas personas cualificadas para asumir con eficacia y garantía responsabilidades de gobierno en nuestro Ayuntamiento. Del resto, de los que se quedan, salvo contadas excepciones, poco podemos esperar. Conociendo el talante del alcalde no suele contar con nadie que pueda robarle protagonismo ante las cámaras, y menos aún con quienes se atreven a llevarle la contraria. Hay cosas que tienen difícil solución, y tal vez en el gobierno municipal han prescindido de sus servicios porque más que un psicólogo necesitan un psiquiatra.