La decisión de cesar en sus cargos municipales de la concejala socialista Maribel Morales, tras tener una fuerte discusión con el alcalde de nuestra ciudad, Antonio Marín, han motivado unas inevitables comparaciones con las anteriores dimisiones de miembros del equipo de gobierno, que se produjeron de una forma en exceso protocolaria, y siempre dando la sensación de que no pasaba nada, y que todo se hacía por el bien de los rondeños y por problemas que nada tenían que ver con la forma de gobernar de la máxima autoridad de nuestra ciudad, cuando la realidad es que en la totalidad de los casos las personas que dejaban sus cargos lo hacían obligados tras ser derrotados en las luchas internas que Partido Socialista y PA mantenían en su seno.
Morales ha cambiado esa dinámica -Isabel Barriga ya realizó unos apuntes cuando abandonó su concejalía, aunque sin la sinceridad y claridad de la concejala socialista-, y ha sido contundente al declarar que su dimisión se produce por desacuerdos con la forma de actuar del alcalde, con el que nunca se ha llevado ni medio bien en el plano político, y dejando claro que, desde su punto de vista esta no es la forma en que ella puede cumplir las obligaciones que contrajo con sus electores en las pasadas elecciones.
Curiosamente desde que se firmara el pacto PA-PSOE en el consistorio rondeño, -luego los andalucistas desaparecerían del Ayuntamiento para integrarse en el PSOE-, han sido hasta cinco las dimisiones de miembros del equipo de gobierno, cuatro de ellas mujeres, tres de ellas delegadas de turismo, como si existiera una especie de maldición en el hecho de que una mujer pudiera ostentar ese cargo sin enfrentarse al alcalde rondeño.
Maribel ha dejado su cargo con la dignidad que ha marcado su trayectoria política, sin ambages, sin justificaciones manidas ni falsos piropos a la figura de Marín, y es de agradecer que alguien prefiera dejar de tener un cargo y hablar alto y claro, en comparación con algunos “borregos” que guardan un silencio cómplice con los acontecimientos que se suceden, y sólo en voz baja, y delante de muy pocos aplauden la valentía de una mujer que ha mostrado su valor hasta el final.
Lo peor para el PSOE, es que probablemente se vaya la última mujer de izquierdas del equipo de gobierno.