Opinión

Cien millones en cuatro años

Si por algo me gusta este periódico es porque mantiene una línea editorial independiente, donde cada cual expresa sus opiniones libremente, sin mayor exigencia que firmarlas. Algunos incluso vamos más allá y literalmente “damos la cara”, porque junto al articulo acompañamos una foto, por si alguien tiene alguna duda sobre quien es el autor que lo suscribe.

Un buen ejemplo de esa libertad de expresión es el comentario que leí la pasada semana en la colaboración que firmaba Rosa Iglesias, -compañera de opinión en este mismo periódico-, en el que aludía a mi pasado “gilista” como si se tratara de un algún cadáver putrefacto que uno guardara en el armario.

Me gustaría recordarle a Rosa que también los concejales “gilistas” fuimos elegidos por los votantes. Si tener un pasado “gilista” fuera una “indignidad”, imagínense lo hartos que estarían por aquellas fechas los rondeños de personajes como Juan Fraile, Antonio Robles, Luis Ramírez, Lasanta y demás candidatos socialistas a los que el GIL les ganó las elecciones; pues, en concreto, en aquel año de 1999 el GIL fue la lista más votada.

Tal vez, a lo que mi compañera de opinión se refiere es a la “mala fama” que luego tuvo ese partido, ya que muchos concejales de ese grupo tuvieron que pasar por los juzgados para dar explicaciones sobre su gestión y algunos acabaron dando con sus huesos en la cárcel. Pero ese no es mi caso.

Mi paso por el GIL fue breve y no llegó ni a cinco meses, -el tiempo que transcurre entre las elecciones y noviembre de aquel mismo año-, fecha en la que el Sr. Martín Asensio y yo pasamos al Grupo Mixto. Por esos días se recibió en los Juzgados de Ronda un requerimiento de embargo de bienes contra la portavoz del GIL, Trinidad Aragón, por una deuda de cincuenta millones de pesetas (de la época) que le reclamaba una conocida empresa de informática.

Preguntada sobre el tema, y ante la ausencia de explicaciones creíbles por su parte, desde la propia dirección del partido se nos contestó que “en política era muy frecuente encontrarse con gente que pretendía ganar cien millones en cuatro años”. Entre esa “respuesta” y nuestra salida del GIL no llegaron a transcurrir tres días.

Por entonces, se barajaba la posibilidad de que una “crisis” del gobierno municipal (-el famoso Pacto antiGIL, suscrito por el PSOE, PP e IU contra la lista más votada por los rondeños-), o una posible “moción de censura” cuando el PSOE tomara el relevo en la alcaldía en julio de 2001, podría propiciar un gobierno entre “gilistas” y populares. Naturalmente, nuestra salida del GIL anuló esa posibilidad, y de paso obligó a irse con las manos vacías a los que pudieran pretender “ganar cien millones con la política”.

Como es sabido, pocos años después, en abril del 2005, se presentó una “moción de censura” similar contra la alcaldesa socialista Isa Aguilera por parte del actual alcalde (y hoy compañero de su partido), el exandalucista Marín Lara; moción que prosperó con el apoyo de cuatro concejales del PA, cinco concejales del GIL y tres del Partido Popular.

Y eso es todo lo que yo entiendo de “golpes de estado”. Así que cada cual aguante su vela. Como verás, mi pasado “gilista” es cosa del siglo pasado, y a mí, particularmente, nunca me gustaron ni los golpes de estado ni las mociones de censura, entre otras cosas porque en las “dictaduras” no hay democracia ni libertad de expresión. Un saludo, Rosa.

 Antonio Sánchez Martín.


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