Opinión

Usuarios de la democracia

María José Godino.

Tener claro los conceptos nos garantiza su buen uso. Si no es así, cometeremos muchos errores que nos llevarán a malos entendidos y en algunos casos nos desviarán de las metas que queremos alcanzar con el uso de ellos.   

Democracia es uno de esos conceptos que interesa tener claro para que su uso sea el adecuado. La democracia es el gobierno del pueblo. Pero, ¿qué significa esto? En un Estado democrático lo que se nos pide a los ciudadanos no es que expresemos en las urnas lo que queremos en tanto que individuos, sino que tratemos de juzgar lo que nos conviene en tanto que comunidad. No se trata de que sobresalga la suma de las voluntades individuales mayoritarias, sino de que la mayoría de los enjuiciamientos sobre lo que conviene o no al pueblo sea lo que prevalezca.

Pero no es esto lo que se enseña desde el colegio. A todos los maestros se les llena la boca con lo de someter a votación las decisiones sobre algún asunto que atañe a la clase entera. El problema es que cuando ponen en práctica el proceso democrático lo hacen mal. La pregunta que suelen hacer al colectivo es quién quiere esto o aquello, en vez de preguntar quién juzga mejor para la colectividad una cosa u otra. Imaginemos un ejemplo: en una clase los alumnos están decidiendo hacer un viaje de fin de curso. Se barajan varios destinos, pero algunos no están al alcance de una minoría. Se forma un revuelo y el maestro decide someter a votación la decisión y dice: quién quiera ir a Nueva York que lenvante la mano, y quien quiera ir a Galicia que lo haga después. Ya el planteamiento no es democrático en esos términos. El democrático sería: quien juzgue mejor para todos ir a Nueva York que levante la mano, y el que juzgue mejor para todos Galicia que lo haga después. La democracia es un ejercicio de juicio, no es la expresión de la voluntad propia. Es la posibilidad de expresar lo que juzgamos mejor para todos, y no sólo para nosotros mismos. Esto es lo que nadie enseña. Esto es lo que nunca aprendemos. Y cuando llega la hora de ir a votar, en lugar de pensar qué es lo mejor para todos sólo tenemos en cuenta nuestros propios intereses y preferencias.

Esta situación de mal uso de la democracia es conocida por la clase política, que se aprovecha de ella y la usa en su propio beneficio. Así, en lugar de mantener un discurso único y coherente para todos, con argumentos, se dirige a cada cual diciéndole lo que quiere oír y buscando despertar sus simpatías, para que a la hora de votar se deje guiar sólo por sus deseos aun a costa de sacrificar el bien común, mucho más difícil de explicar y a veces impopular.

El político sabe que somos ambiciosos, que nos dejamos guiar por lo que nos gusta con docilidad, y por eso prefiere rodearse de publicistas que le indiquen qué vender y cómo hacerlo, que de personas sensatas que analicen la sociedad y descubran las carencias y potencialidades de la misma, ya que el objetivo primero es hacerse con el poder, y después ya se hará uso del mismo. Enseñar a pensar en los demás y enseñar a juzgar el bien común, tal y como exige la verdadera democracia, puede convenir al pueblo, pero desde luego, y hoy por hoy, no a la clase política. Por eso nos mantienen en la ignorancia de los conceptos.


Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Te pedimos la "MÁXIMA" corrección y respeto en tus opiniones para con los demás

*