Le tengo miedo a ese personaje que responde al nombre de Pablo Iglesias, al que yo, no en un alarde de creatividad sino después de copiarlo de textos de otros “juntaletras” más hábiles y experimentados y dentro de mi afán por mostrar precisamente el aborrecimiento que le tengo, vengo apodando de la manera menos cariñosa posible “el Coletas”. Del Coletas hablan en la tele –y cuando no, es él mismo el que sale-, en la radio, en los periódicos… Al coletas lo nombra el abuelo que compra el ABC en el quiosco de la esquina resabiado y desconfiado, el perroflauta que viene de una asamblea en una casa de okupas en la que han tratado cuestiones vitales como la influencia del capitalismo salvaje en la extinción del albatros de Tristán o el kinkorro que lo ha definido como “el pavo de las camisetas del Alcampo” al ser preguntado por una chica de la Sexta y después de decir que cree que Adolfo Suárez fue el lateral suplente de Chendo.
De él hablan en el PP y como hacen para criticar todo emplean argumentos tan válidos como repetir en bucle: “ETA, Chávez, nazi, malo”, como el nene cuyo eje del mal está basado en “tetas, caca, culo, pis”. En el PSOE hablan poco del coletas, igual Susanita no les deja, igual le han echado un vistazo al CIS y están más “cagaos” que yo.
Cantamañanas hay en este país y los ha habido siempre. El potencial productor de charlatanes per cápita que tenemos en España es realmente asombroso, pero no son peligrosos porque por lo general son imbéciles. Éste tiene dos dedos de luces, o al menos eso parece, y en dos semanas y media es capaz de poner de acuerdo a más gente en España que todo el comunismo desde que nació Carrillo.
Dice Pedro J. que diagnostica los problemas de España de forma acertada y sin nublarse por el interés, porque a él le interesa que así sea por lo interesante que sería para él la posibilidad de que la población se interesara por la mordaza que dice que hay en la prensa y creciera el interés de empresarios en financiar de manera desinteresada un interesante proyecto de un nuevo periódico dirigido por él. En lo que sí coincidimos el ex director del mundo y servidor es que la solución que propone es apagar el fuego con gasolina. Cuidado porque los malvados tontos son malos, pero los malvados lúcidos son fatales.