Noche del Viernes Santo en Ronda, llega el final de la Semana de Pasión con la salida desde la céntrica iglesia de la Merced de la Hermandad de María Santísima de la Soledad.
Lleva un puñal clavado en el pecho por el inmenso dolor que está sufriendo por la pérdida de su Hijo. Ya ha sido retirado de la Cruz de donde cuelga el sudario. Cristo ya ha sido enterrado y Nuestra Señora marcha sola, con un penetrante silencio y luto por las calles de Ronda.
Delante del impoluto trono de horquilleros se escucha la tenue y delicada música de capilla de Lignum Crucis. Todo el mundo mira con pesar el desconsolado rostro de La Soledad, donde las lágrimas ruedan por su mejilla.
La pausa de la noche es únicamente rota por el sonido del tambor que dirige la marcha de los horquilleros, que apura hasta última hora el Viernes para acompañar a La Soledad en su dolor.
Ya solo queda esperar al Domingo de Ramos para que nuestra Señora vea a su Hijo triunfante renacer y elevarse al cielo trayéndonos a todos la fe y la esperanza.