Silencio, recogimiento, oscuridad. Son los momentos que cada Miércoles Santo, ya bien entrada la noche, se viven cada año en la plaza Duquesa de Parcent. Todo el mundo callado aguarda que se den los tres golpes en la colegiata de Santa María la Mayor.
Se abren las puertas y el arrastrar de cadenas anuncia que está iniciando su estación de penitencia la Hermandad del Santísimo Cristo de la Sangre y Nuestra Señora del Mayor Dolor.
En penumbra, tras una larga fila de penitentes con capirotes rojo de sangre y blanco de pureza aparece a lo lejos el trono de horquilleros del Silencio. Caminan despacio, cargando en sus hombros las plegarias y las culpas de los humanos. Rezan los cofrades por el sacrificio del Hijo de Cristo.
Acompaña este instante de recogimiento un grupo gregoriano que con sus cánticos nos elevan al cielo.
Ronda ha perdido a Cristo, lo llora en cada rincón y pide porque llegue el Domingo de Resurrección para verlo triunfal subir al cielo.