Juan Ortega y Roca Rey han sido los triunfadores de la edición número 65 de la Corrida Goyesca de Ronda después de cortar dos orejas cada uno. Roca Rey se mostró pletórico en su reaparición tras el percance de Bilbao y Ortega hizo una artística faena al quinto toro. Morante no tuvo suerte con su lote.
Morante de la Puebla esbozó el toreo a la verónica en el primer toro de la tarde y nos regaló un bonito quite por chicuelinas. Brindó a Rafael de Paula y comenzó con buenos ayudados por alto pero un toro áspero y a contraestilo impidió que la faena pasara de detalles aislados y de los intentos del torero. Mató de pinchazo y media y fue silenciado.
El cuarto salió descoordinado y fue devuelto, estoqueándolo el propio Morante para evitar que salieran los cabestros. El sobrero fue fuertemente castigado en el caballo al adivinar Morante sus complicaciones. Abrevió en la faena y falló reiteradamente con la espada.
Juan Ortega recibió al primero con buenas verónicas, sobresaliendo las que dio por el pitón izquierdo. En la muleta hubo dos inconvenientes: los cabezazos que daba el toro y el viento que molestaba en ese momento. Lo intentó Ortega por ambos pitones con interés pero sin obtener resultado por no tener toro. Mató de media. Silencio.
Juan Ortega no pudo lucirse de capa en el segundo de su lote. En cambio comenzó la faena acariciando al de Jandilla y poco a poco compuso una faena exquisita con una torería sin igual. Las despaciosidad presidió todo lo que hizo. Fue una faena reunida y preciosista que deleitó a los aficionados con paladar. Mató al segundo intento y cortó dos orejas.
Roca Rey brilló a la verónica en el recibo al tercero de la tarde. Lances con mando que terminaron en los medios con un remate a una mano. Comenzó la faena con muletazos por alto estáticos y después ligó sin un tropiezo, templado y con profundidad con la derecha. En la segunda serie le apretó más y el toro respondió. Al natural llegaron los mejores momentos de la faena con un toreo de mano baja mandón y templado. Luego vino un serio arrimón que demostró que el percance de Bilbao no ha dejado huella en el sitio del torero. Mató de estocada y cortó dos orejas.
En el sexto Roca protagonizó un recibo de capa variado con verónicas y chicuelinas. Comenzó la faena con absoluta firmeza y seguridad, desluciendo la reiterada claudicación del toro. Este fue el gran inconveniente para Roca, que puso todo su talento para mantenerlo en pie pero que vio constantemente deslucidos sus intentos. Roca irreprochable ante un toro que le limitó. Mató de media y descabello y fue aplaudido