Es España un país de personas tranquilas que no huevonas, aunque haya alguno que si y algunos piensen de otros lo mismo. El refrán “las bullas no son buenas consejeras” lo tomamos al pie de la letra. Y es que ha sido siempre así.
Desde el tiempo de íberos y celtas, pasando por romanos y árabes, hasta la castellinización de todo el territorio, ha sido un país de personas tranquilas. Aquí llegaba cualquiera a conquistar las tierras y entre que se ponían o no de acuerdo entre unos y otros y empezaban a hacer algo, ya estaba todo lleno de invasores, y una vez que estaban dentro se decían unos a otros “¿ahora los vamos a echar? ¡Qué pereza! Déjalos, al fin y al cabo son simpáticos” Y así todo, que os creíais que lo de Gila eran chistes pero eran historias como las de Paco Gandía “verídicas”. Aquí para lo único que se corre es para la Formula 1 y para las Moto GP y eso ahora, que antes ni para esas disciplinas, la velocidad no ha sido nunca algo español ¿Por qué lo iba a ser ahora?
Queremos que nuestros políticos sean rápidos en las decisiones, como si no conociéramos la historia de este bendito país, que ofrezcan explicaciones convincentes al minuto, como si no fuéramos todos un poco mentirosillos, que sean consecuentes con los actos o medidas tomadas, como si no nos molara mucho más culpar siempre al contrario (no hay más que ver algún partido de fútbol, conozco personas que si no fuera por los árbitros no habrían perdido nunca).
Todo esto viene a cuento de los que no está pasando y lo que nos va a seguir ocurriendo, porque no esperemos que venga nadie de fuera a arreglar el desaguisado creado por los políticos españoles y menos gratis, así que lo único que nos queda es armarnos de paciencia para lo que viene… Paciencia “otra” virtud muy española.
